Buenos días:
Finalizamos la semana con un cuento que nos envía de nuevo nuestra socia y voluntaria Teresa Abadía. Leedlo con mucha atención que este es de su propia cosecha.
Os deseamos un feliz fin de semana a todos y a todos.
La Fuente de los cincuenta caños
La fotografía es de La Fuente de los 100 caños, Villanueva del Trabuco (Málaga)
Aquel día
Antonio se levanto temprano, tenía intención de hacer una excursión hasta la
fuente.
Dicen las
gentes del lugar que el agua de esas fuentes tienen propiedades curativas.
Preparó su
equipo de buen caminante y emprendió el camino. Después de caminar un par de
horas llego a su destino. Se sentó a la orilla del rio que estaba junto a la
fuente y se dispuso para almorzar un poco.
El sonido
del agua discurriendo por el rio le relaja mucho.
De pronto le
llamo la atención un hombrecillo todo
vestido de oscuro y de apariencia muy débil con una gran tinaja. Se le acerca
¡Buenos días! Perdone ¿No es de aquí verdad?
¡Buenos días! contesto. ¡Pues no señor! La verdad que no.
Pero me llama mucho la atención
¿Por qué dice eso? Pregunta el hombre.
Porque es un sitio precioso.
¿Viene Ud. Muy a menudo? Le pregunte.
Yo vengo cada día, tengo que llenar mi tinaja de agua para
mis necesidades.
Pues hoy no creo que la llene, comente, esta la fuente seca,
de vez en cuando cae una pequeña gota de agua.
No importa le contesto el hombrecillo.
Coloco su tinaja debajo del grifo y se dispuso a marcharse.
Antonio le dijo: deja ahí su tinaja? Si no sale agua
La dejare y mañana vendré a por ella, algo de agua recogeré.
El hombre se marcho.
Antonio se quedo un rato mirando la fuente y pensó: No creo
yo que recoja este hombre agua. En fin, se dijo, y prosiguió su marcha.
Durante todo el camino de regreso y toda la noche, Antonio no
podía quitarse del pensamiento lo ocurrido y la confianza que el hombre tenía
en que llenaría la tinaja, ¡pero si no salía agua¡ se decía una y otra vez.
A la mañana siguiente seguía con el mismo pensamiento.
Decidido emprendió la marcha hacia aquella fuente; la
curiosidad se estaba apoderando de él.
Después de un buen rato de caminar llego al lugar, allí
estaba el hombre mirando el agua recogida.
Se acerco y pregunto con sorna: ¿Que se ha llenado o no se ha
llenado?
Mírelo Ud. Mismo.
Estaba a medio llenar.
Se quedo asombrado. Bueno no está mal la cosecha le dijo.
El hombre cargo con la tinaja en un carro y desapareció poco
a poco de la vista de Antonio.
Estuvo un rato contemplando la fuente y se dio cuenta que el
caño por donde salía el agua estaba rajado por un lado con lo cual el agua se
desperdiciaba, Se filtraba por la pared. ¡Pobre hombre, no creo yo que esta
fuente le pueda servir mucho tiempo!
Fueron pasando los días y los meses y un año.
Una mañana decidió salir a dar un paseo, pensó en la fuente y
hacia allí se encamino.
Cuando llego quedo perplejo, el lugar estaba mucho más bonito
y verde, en lugar de un caño tenia cincuenta caños, la pared que sostenía la
fuente estaba llena de yedra. Se había convertido en un precioso lugar.
Cuando aún no había salido de su asombro llego el hombrecillo
con su carro y cincuenta tinajas.
¡Hombre Ud. Por aquí! Le dijo
Si y estoy impresionado. ¿Qué ha pasado? ¡Han realizado obras
o que ha pasado aquí?
Vera Ud. La fuente perdía agua, yo pensé que no podía ser, el
agua es vida, así que pensé en ir añadiendo caños al caño roto, poco a poco, fíjese
que caudal tenía en su interior, que da de sí, para cincuenta caños; con lo
cual ya no tengo que venir cada día.
Además mire como esta de frondoso todo lo que rodea la
fuente, el agua que se perdía, ha hecho que se haya poblado todo de yedra y preciosas
flores.
Antonio se quedo pensando en esta historia durante mucho
tiempo.
Teresa
Abadía Torralba
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